No recuerdo si cuando era niña me gustaban las hadas (hijas del atardecer), o fue un gusto que adquirí cuando grande, lo que sí sé es que los cuentos de hadas siempre me han llamado la atención ¿podré protagonizar uno algún día?
Muchas mujeres dicen que Disney las dañó porque siempre buscan un príncipe azul y solo encuentran sapos, ya que los príncipes azules no existen, pues yo les digo que a mi Disney no me dañó, al contrario, me enseñó que por muchos sapos que bese, y por muchas brujas que intenten dañarme la felicidad, al final encontraré mi príncipe azul.
Y es por eso que me cansé de aceptar sapos que no me convencían del todo; que si tomaban mucho, bueno no importa, yo también tomo de vez en cuando; que si no me llamaban nunca, ok es que tiene que cuidar los minutos del celular; que casi nunca nos veíamos porque trabajaba demasiado, no importa es que quiere un futuro mejor; que casi no salimos a comer a un restaurante o a bailar, no pasa nada es que es muy hogareño o está pasando por una crisis económica; que es un coqueto, pero es que así son todos los hombres … ¡Pues NO! Ya me cansé de darme excusas sobre el comportamiento de esos sapos con los que salí. Ahora el único “defecto” que acepto (y lo pongo entre comillas porque para mí no es defecto, aunque sé que para los demás si), es que sea machista, ¿y por qué?, porque yo soy machista y vengo de una familia machista, así que si no te gusta, lo siento, a mi si me gustan así y siempre lo pedí así.
Por eso, 31 años después de besar sapos, llegó mi príncipe azul, ese que está muy pendiente de mi, que pone el mundo a mis pies sin que yo se lo haya pedido, que no toma, trabajador pero no workaholic, que quiere a mi familia y su familia me quiere, pero me quiere de verdad, no como las suegras que he tenido antes, que cuando sus hijos quisieron casarse conmigo yo pasé de ser la novia perfecta, a ser “la niñita esa que me quiere robar a mi bebé”; conseguí un hombre que tiene los mismos planes para el futuro que yo, que me ayuda con mi negocio y quiere que sea muy exitosa con él, un hombre que me enseña cosas que no sabía y al que también le enseño otras que él desconoce. Si, peleamos (constantemente), pero por cosas insignificantes, y también ya sabemos cómo contentar al otro cuando está de mal genio, porque la risa es la constante en esta relación.
Por eso a mis 32 años sigo creyendo en príncipes azules, en brujas y en cuentos de hadas, pero sobre todo en hadas, esos seres maravillosos que cada vez que quiero escribir llegan para inspirarme con su belleza.
Es por eso que hoy en el día de las hadas quiero invitarlos a creer, a volver a encontrar las ilusiones que los hacían felices cuando niños, a volver a la inocencia, pero sobre todo, a dejar de conformarse con los sapos (o sapas) que se encuentran por el camino, y buscar a su príncipe (o princesa) azul.
