Relaciones a distancia

Mi primera relación a distancia comenzó en el 2006, cuando volví a tener contacto con mi traga de adolescencia, que para esa época ya llevaba viviendo más o menos 10 años en Miami. Duramos unos 6 meses así y decidimos casarnos, una decisión que terminó mal (leer: un mal matrimonio).

Luego volví a tener una relación a distancia, en el 2009 conocí por Internet a un bogotano que también vivía en Miami, pero que a diferencia de mi ex esposo, viajaba cada mes a Bogotá por trabajo; así que aunque la mayoría de tiempo él volaba por todo el mundo (no era piloto, pero si trabaja en una aerolínea gringa), yo sabía que iba a verlo durante una semana, cada mes.

Estas dos relaciones fueron completamente diferentes, pues mi ex esposo era un hombre inmaduro, que adoraba vivir de fiesta, que no tenía un trabajo fijo y a su edad (es 2 meses menor que yo), aún no había decidido qué carrera universitaria seguir; por supuesto también tenía una relación allá, de la que yo me enteré sólo después de haberme casado. De esta manera, los celos y las discusiones eran nuestro pan de cada día, así cualquiera se aburre y ningún matrimonio prospera.

Mientras tanto, mi ex novio era un hombre serio, trabajador, hogareño, mayor que yo dos años y me llamaba todos los días sin falta, estaba siempre pendiente de mi; era un hombre que me daba mucha seguridad, con el cual jamás sentí celos de ninguna clase y con el que conversando llegábamos a acuerdos sin necesidad de discutir. Esa era realmente una relación madura, de esas que me gustan.

Después de vivir estas dos experiencias, cada vez que escucho la frase: “Amor de lejos, felices los cuatro”, pienso que si, puede llegar a ser cierta, cuando las personas no están comprometidas con la relación, cuando la pareja realmente no sabe lo que quiere y sus integrantes no tienen metas en común. Yo le apuesto a las relaciones a distancia, siempre y cuando la pareja se vea periódicamente, y ambos sean lo suficientemente maduros y comprometidos para saber que una pareja es sólo de dos, no de tres o de cuatro. Conozco parejas que viven en la misma ciudad, y aún así también viven felices los cuatro, eso no depende de la distancia que exista, sino del amor y el respeto que haya entre ambos, porque la distancia la logran acortar dos corazones enamorados.