Volviendo a las historias que les han pasado a mis amigas, les traigo la de Camila. Espero les guste.
Una mañana Camila muy temprano salió de su casa, como todos los días hacia su trabajo. Para poder dormir un poco más, tenía la costumbre de maquillarse en el bus como muchas otras mujeres, ya era una experta en el tema y calculaba muy bien el movimiento del bus para no salirse de la línea. Ese día no fue la excepción.
Muy bien vestida, pero sin una gota de maquillaje, se subió al transporte que le servía para llegar a su destino y después de pagar y sentarse, procedió a sacar su maquillaje para terminar de convertirse en una elegante ejecutiva. Base, polvos… toda su rutina iba a la perfección, maquilló uno de sus ojos con sombra, delineador y rímel, ¡Qué bellos se veían maquillados! Y en el momento en que se disponía a maquillar su ojo izquierdo escuchó la voz del conductor del bus que decía:
-¿Se pasan para el bus que está al frente me hacen el favor?
Ella velozmente guardó su maquillaje y se cambió de bus, dispuesta a escoger otra silla y terminar su rutina de belleza, pero cuál sería su sorpresa, cuando se dio cuenta que el nuevo bus que la llevaría a su oficina estaba completamente lleno y tenía que viajar de pié. Fue así como tuvo que aguantar las miradas extrañas de todos los pasajeros al verla con un ojo maquillado y el otro no, igual que las de los transeúntes en el camino del paradero a su oficina, y por último la del celador de su empresa, que además se encargó de contarle a sus demás compañeros cómo Camila se maquillaba solo un ojo para ir a trabajar.
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